Jugar y Mantener. Las tensiones en los hilos de Ricardo Alancay.

15/08/2020 | Artesanías, Purmamarca, Tilcara

Ricardo Alancay llegó a Tilcara en la década del ochenta, de cuando nos dijo recordar a un solo tejedor: don Cecilio Mamaní, y ejerció los oficios del telar y la docencia. Había nacido en 1956 en localidad puneña de Barrancas, practicaba nuestras celebraciones y expresiones musicales más arraigadas y nos dejó este agosto.

El arte del tejido no sólo tiene que ver con nuestras expresiones plásticas anónimas y profundas sino, de alguna manera, también con modos de escribir que se pierden en el tiempo. Y no hablo de su relación con los quipus incaicos, sino de metáforas que se plasman en guardas y motivos y de las que apenas somos capaces de traducir pocas palabras, como más abajo nos lo explica.

El hilo con que Alancay tejía lo vincula a esas raíces de las que nos habló en esta última entrevista, en su cuarto/taller de las afueras de Purmamarca, donde vivía. En recuerdo suyo compartimos con nuestros lectores estos fragmentos. La música del video está armada con sonidos que nos legara Rodolfo Altamirando.

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LOS ESTILOS

Ahora no me compran una frazada porque es carísimo y porque es pesada, pero me compran las alfombritas que tienen el diseño de las frazadas. El diseño típico de una frazada es con los rombos a la esquina, a ambas orillas. Las de Barrancas tienen unos cuadrados concentrados en el centro. Ese tipo de cuadrado nosotros le llamamos coco, y a esas frazadas les decíamos: con puntas y cocos. Las del Moreno son con doble punta o si no puntas atravesadas y una línea recta. Esas son típicas de Moreno, Colorado, Tres Pozos.

Cada comunidad, cada sector, teníamos una forma de trabajar. De Tusquillas para allá, para el lado de Casabindo, las frazadas eran más a rayas. Mi mamá y mis abuelas también tejían, todos tejían alguna cosa: barracanes, frazadas, las mujeres tejían más fajas, medias, gorros, pulóveres, bordaban chuspas, pero también los hombres bordaban chuspas.

Los tejedores podían tejer en una playa, en algún lugar medio escondido para que no los molesten, y hacían telas que llevaban a vender al Aguilar, las mujeres hacían medias mientras pastoreaban las ovejas y el hombre también iba a pastorear las llamas, las ovejas, eran arrieros. Mientras los hombres iban a la zafra, las mujeres seguían hilando y cuando volvías podías tejer más, así que no dejabas nunca de trabajar.

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LOS COLORES

Hay gente que se han acostumbrado a copiarse, y para mi va la creatividad. No me voy a vivir copiando toda la vida, entonces modifico. Una vez que voy trabajando, voy jugando. Tenés los colores naturales, el negro y el blanco, los teñidos con nogales y con anilina, y la idea es jugar y vas creando, haciendo mezclas, haciendo avanzar un hilo más, otro menos.

Se usaba el color que más le gustaba al tejedor. A mi siempre me gustó trabajar con colores medio apagados, no tan estridentes, pero si lo puedo poner en algún lado lo hago. Teníamos la tolilla, un rojo apagado pero fuerte de lampaya, teñíamos con hollín, y el hollín de tola es casi color vicuña cuando el de álamos es medio verdoso. Había familias que tejían con colores naranjas, colores muy fuertes.

Vos conocés la mano del tejedor, se conocemos entre todos. El tejido de Suripugio es de Suripugio porque no todos conseguimos esos colores rojos tan fuertes que vienen de la materia a la que tienen acceso. En la llama tenés infinidad de colores, una variedad infinita de gamas para poder mezclarlos, para jugar bien. Si yo digo que esto es de tal persona o de tal lugar, es porque sé cómo trabajan ahí, y el resto es pura creatividad de cada uno. Aprendé la técnica, y después hacé lo que quierás, y eso te lleva a mantener. Los límites te los ponés vos.

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LOS ABUELOS

En un principio yo decía: ¿por qué no hacen figuras? Cuanto más he visto nombres y hojas, y después puntas, medio puntas, mitad de un color y mitad de otro color que se contraponían como en el caso del Moreno, y para el lado de Tusaquillas tenían esa misma punta pero con rayas, otros con un reborde.

Cuando yo tenía veinte años, nos reuníamos con los abuelos para transmitirnos conocimientos. A mi me ha gustado quedarme calladito. Uno tiraba algo y se callaba porque no quería competir con otro o, como mis abuelos me enseñaron, porque no tenías que decir todo. Se aprende mirando y haciendo, y no te dejaban mirar un montón de cosas. Yo escuchaba las conversaciones de las personas grandes y después lo veo hacer y pregunto hasta que me doy cuenta.

Y decían que ese diseño que se hace con las curvitas significa agua escondida, agua abajo. Me enseñaron lo que tenemos que ver en las estrellas, después supe que los mexicanos también tenían serpientes con alas, y de hecho en las pinturas rupestres de Barrancas también las hay, y en petroglifos. Los abuelos hacían geométrico, rombos, y después lo aplicaban en los bordes de las frazadas y decían que estas rayas eran aguas enterradas.

De esta forma sacaban agua, en los pozos o cavando, y después dos vueltas, según el modo puneño que aprendí, significa encontrar el agua en los ojitos. El arriero hacía jornada en el ojo de agua, y el pastor día por medio iba a los ojos de agua, y tenía que ver mucho con nosotros mismos, y yo lo he visto muchísimo en las fajas y en las chuspas. En las fajas con color azul o el blanco.

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LA TORMENTA

Para el lado del Moreno tienen cruzados los triángulos, y parece ser que los que viven más cerca de la montaña, o en el campo, por todos lados hay tormentas, entonces tienen doble punta y eso significaba los rayos, otros dicen que significaba las víboras. El tradicional era simétrico, pero al no tener una figura específica, sino todo geométrico, quedaba bien.

Las llamitas y el ícono del coya es influencia de los curas. Ahora están casi siempre, pero fíjate vos que lo hacen todo de espalda, nunca te muestran el rostro. Yo podría alegar un problema técnico, falta de conocimiento de la proporción o el dibujo, pero no te puedo asegurar. Para hacer una proporción de algo, tenés que usar hilo muy fino o hacer un espacio muy grande. Fijate que todas las líneas son escalonadas, son rectas, y para hacer circulares tenés que manejar mucha cantidad de urdimbre.

Todo lo que es telar para mi es un juego: el preparado del hilo, el mismeado, todo, teñir. No es que me sobre tiempo. Son muchas horas. Cuando ya los riñones no me dejen estar tantas horas sentado, me dedicaré a cantar coplas y me divierto. Y si lo hago, lo haría con mis hijos y los nietos también, que son todos músicos.

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