Desde entonces dividirá su tiempo entre la docencia en escuelas rurales, en la naciente Escuela de Artes de Humahuaca y en los Talleres Libres, con muestras en las que llevará su arte por todo el país y el tejido de telas y tapices, primero para sus vecinos y finalmente para el turismo. Si acaso resalta la belleza de su obra en algo, es en los ponchos y en los barracanes de los que nos habla en estos videos.

Desde tiempos antiguos, los tejidos forman parte de la expresión visual de nuestros pueblos. Las telas de José Antonio Terry y de Medardo Pantoja rescatan esos tramados en la vestimenta de sus modelos, pero es en la obra de Hugo Irureta donde acaso se busque su razón estética en la trama misma del tejido.

Los museos de arqueología tal vez tengan pocas de las piezas inaugurales porque el clima permitió una pervivencia mayor de las cerámicas, pero en el total del mundo andino los tejidos sostienen ese perdurar de la cultura a través de los siglos. En las telas, los antiguos dijeron más de lo que hoy sabemos leer, pero no por ello podemos decir que los tejidos actuales sean mudos.

Desde lejos se podía reconocer una procedencia de sólo verle el poncho o el rebozo, las chuspas y las fajas hicieron a esa parte del arte que tiene que ver con el romance y muchas ceremonias, como la señalada y marcada del ganado con sus vinchas, el mes de agosto con su propia torcedura de la lana y el mortajo del difunto que se teje de un modo peculiar.

Los de don Roberto Puca rescatan apenas un tramo de esa expresión, pero le bastan para construir con ello una belleza que cautiva tanto a los paisanos de los campos aledaños a Humahuaca como a los turistas que llegan desde los puntos más distantes. Y con tal belleza nos debiera alcanzar para reconocer en su artesanía un arte enraizado en nuestras tradiciones.